Shahbaz Bhatti |
Después del asesinato del Gobernador del estado de Punjad, Benhazir Bhutto ocurrido unos meses atrás, Shahbaz Bhatti sabía muy bien que los fundamentalistas islámicos lo tenían en la lista. Sobrevivió milagrosamente al atentado que llevó a la muerte de Benhazir Bhutto.
Él tenía muy claro que antes o después tocaba a él sufrir el martirio. También por eso vivió cada segundo de su vida deseando servir al Señor, buscando siempre el bien para cada paquistaní. En el 2008 había sido nombrado Ministro Federal de las minorías religiosas.
Dejó una herencia importante no sólo para las minorías cristianas sino también para todo el pueblo paquistaní.
En estos dos años Bhattí permitió la realización de reformas que hace unos años atrás eran impensables. Gracias a él el Pakistán había empezado a considerar seriamente la posibilidad de eliminar aquellas normas conocidas como “leyes sobre la blasfemia”, introducidas en 1982 y 1986.
Desde el 1986 el código penal del Pakistán condena con la cadena perpetua o la pena de muerte a todas aquellas personas que “profanan” el Corán o “insultan” a Mahoma.
Bhatti había sido uno de los pocos que luchó por la liberación de Asia Bibi, condenado en nombre de esta ley.
Pero fueran muchas las obras que se deben a su compromiso por la libertad religiosa.
Shahbaz Bhatti fue asesinado por un grupo armado de fundamentalistas islámicos. Lo mataron con 30 tiros, porque era un personaje peligroso debido su lucha contra “Las leyes contra la blasfemia”.
Los fundamentalistas islámicos ven en quien toca estas leyes a un enemigo muy peligroso. “Agradezco a Dios, solía decir el Ministro, por haberme dado esta oportunidad de poder continuar mi lucha a favor de las minorías oprimidas del Pakistán”.
Una vez más la sangre de los cristianos corre.
La fe del ministro Bhatti es un claro ejemplo de una inteligencia de la fe que se vuelve inteligencia de la realidad.
Es un testigo de una fe que ilumina la política. Una fe que vuelve al hombre protagonista de la historia. Una fe que ayuda a los hombres a vivir mejor.
Una fe que el poder, cualquier sea su ideología, no soporta.
El Observador Semanal se conmueve frente al testimonio de Bhatti, y su sangre derramada como la de Cristo por la libertad y felicidad de todos los hombres es un estimulo para trabajar siempre más para que el Semanario sea cada vez más un instrumento de comunicación de la Fe.
P. B
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