Con estas palabras el diario ABC Color del sábado 29 de enero relataba lo dicho por el Presidente a su regreso de Brasil. ¡Felicitaciones Señor Presidente!
Sin embargo me permito realizar dos observaciones. La primera: hubiera sido más humano, razonable un poquito de humildad, reconociendo en primer lugar a Dios la iniciativa si hoy está mejor. Por favor, quien puede ser tan orgulloso de decir al mundo entero “hemos sepultado el cáncer” cuando sabemos bien que sólo un milagro del Señor puede documentar con ciencia cierta la victoria completa…sin olvidar que quizás con 100 años la vida se acabará igual.
La segunda: nuestro sanatorio cada día está repleto de enfermos terminales de cáncer, y algunos que sufren su misma enfermedad señor Presidente, y en muchos lugares no han sido atendidos por la pobreza en la que viven o no han podido, muchas veces, llegar hasta un centro de salud para ser atendidos. Y cada día mueren.
Actualmente está don Victorio, quien padece su misma enfermedad y él, está todo hinchado, si Dios no hace un milagro, morirá pronto. Escuchando su historia nos ha destrozado el corazón, porque es una de las tantas víctimas de la pobreza, de la ignorancia. Sin embargo es impresionante su humildad, su entrega al Señor, su deseo de sentirse amado. O Bernardino, aún joven, que suele repetir: “yo sé que muero, pero la hora sólo Dios la conoce y estoy entregado a Su voluntad”.
Señor presidente, ojalá que todos, también usted, aprendamos lo que es la humildad porque, como escribe San Pedro: “Dios resiste a los orgullosos y da Su gracia a los humildes”.
Felicitaciones por su completa recuperación, pero no se olvide de Dios y de cuantos no tuvieron y no tienen la gracia que usted tuvo de recurrir a los mejores especialistas. A nosotros pobres hombres nos bastan nuestros galenos, muchos de los cuales tienen no sólo la capacidad científica sino un corazón de carne y se encuentran disponibles a atender a cuantos no tienen a nadie a quien pedir ayuda. Y nuestro hospital con el Policonsultorio, en el cual más de 20 médicos, gratuitamente, atienden cada semana, a cuantos necesitan.
Y durante estos siete años de su existencia estos 20 galenos han atendido a casi 20.000 pacientes. Un ejemplo de humildad y de gratuidad que todos tendríamos que aprender.
Juanki Lezcano F.
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